FILAS EN LAS CASAS DE EMPEÑO

Medio: Noticias por el Mundo

Periodista: Redacción

La realidad de la crisis que ya tenemos encima es demoledora: se han quedado sin ingresos el peluquero, la vendedora de ropa, la mesera, el maquillista, el taxista, el mariachi, la cantante, la actriz, el banderillero y toda esa gente que se ganaba la vida como podía cuando nuestra economía funcionaba normalmente, así fuere que la baja en el crecimiento hubiere tenido ya un impacto en el empleo y que la política de austeridad del actual Gobierno haya afectado también a miles de personas, sobre todo a aquellos empleados que fueron despedidos al recortarse las plazas en los organismos de la Administración (miles de médicos y enfermeros en el sector de la salud pública, por cierto).

Pero, nada como lo de ahora. Hube de emprender anteayer una excursión al centro de la ciudad, con las debidas precauciones, y se me encogió el alma al advertir la larga fila de personas que se agolpaban —es un decir, porque respetaban escrupulosamente el consabido metro de separación entre una y otra— fuera de la sucursal del Monte de Piedad: trabajadores desprovistos de pronto de lo más urgente para cualquier persona en este mundo —la paga o la ganancia cotidiana para llegar a casa con algo en el bolsillo— y que, en la más extrema indefensión frente a tan adversas circunstancias, no encuentran otra salida que acudir a una casa de empeño para dejar allí los objetos que han ido adquiriendo poco a poco a cambio de una cantidad irrisoria de dinero (que, por si fuera poco, tienen luego que devolver apoquinando altísimos intereses si es que esperan poder recuperar su exiguo patrimonio).

Por el momento no nos encontramos todavía en un punto de no retorno. O sea, que si las cosas volvieren a funcionar como de costumbre, los pequeños comercios y los vendedores y los dependientes de las tiendas podrían volver de nuevo a sus actividades de siempre. Pero el gran problema es que esta situación va a durar más tiempo —no sabemos realmente cuánto— y que, al final, todas esas personas no tendrán siquiera los recursos indispensables para relanzar sus negocios. Será una auténtica hecatombe social, un desastre de imprevisibles consecuencias. No estamos hablando de las satanizadas grandes empresas. No. Estamos hablando de millones y millones de compatriotas nuestros.

Nota en:

https://noticiasporelmundo.com/filas-en-las-casas-de-empeno-noticias-mexico

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