Periodista: Luis Acevedo
Medio: Portal SDP Noticias
Pocas veces reparamos en lo que representan las vacaciones de Semana Santa. Más que una etapa de reflexión, como podría pensarse, es una oportunidad para viajar con todos los sacrificios que eso pueda significar por lo que, después de la gloria, hay que compensar los excesos e iniciar la visita de las siete casas… pero de empeño.
Sin importar creencias religiosas y a pesar de vivir en un país laico, al regreso de este feriado que -de hecho, es una ampliación por la vía de los “hechos y costumbres” de las verdaderas vacaciones anuales contempladas por la Ley- establece que por la ausencia de una cultura del ahorro y la falta de previsión financiera, la mayoría de la población tiene que ver la manera de “completar” para pagar la renta, la luz, el gas o algún otro compromiso porque se le dio “un pellizco” al presupuesto familiar para “poder aprovechar los días de guardar”. ¡Qué paradoja!
Los días que siguen a la Semana Santa, especialmente, aunque también en los inicios de enero de cada año, las fechas previas al inicio de clases y al final de la quincena, las casi 6 mil casas de empeño existentes en el país viven flujos extraordinarios de visitantes que “llevan al monte a sus chivos o venaditos”.
Alrededor de 24 millones de personas recurren al llamado crédito informal, que contempla los préstamos entre familiares, con amigos o en casas de empeño.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, que cada tres años levantan la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) se tiene que de esos 24 millones de personas, el 20 por ciento recurre a pedir prestado a los familiares, 14 por ciento con amigos y 8 por ciento acuden al crédito prendario.
El 8 por ciento de los que “van al monte” a empeñar sus prendas no es cualquier cantidad, son, cuando menos 2 millones de personas, generalmente mujeres, que están dispuestas a pagar un costo, generalmente elevado, por el dinero prestado, además que se incurre en el riesgo de perder la prenda si no devuelve el financiamiento oportunamente o se amplía el plazo mediante refrendo.
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