Periodista: Armando Vásquez A
Medio: Portal Canal Sonora
DE PLANO, ya se salió de control eso de la promulgación de leyes para la modificación o agregado de apartados tanto en el Código de Procedimientos Penales como en el Código Penal del Estado de Sonora.
Este tema de la focalización de intereses de los poderes tanto legislativo como judicial, lo acabo de manejar y uno de mis amigos lectores me hizo llegar el siguiente comentario.
“Tienes toda la razón en tu columna Armando, por eso en la práctica común para los casos que mencionas tenemos dos tipos: a) Las Pifias Legislativas (aquellas que te dan risa solo de leerlas) y b) Las Leyes Chimoltrufias (las que como dicen una cosa dicen otra); ambas son prácticamente imposibles instrumentarlas y son ventanas para la corrupción e impunidad.”
Ahora que los comerciantes están solicitando que los asaltos a sus negocios sean considerados delitos graves, de inmediato la pregunta es: ¿pues qué no lo son dependiendo de las circunstancias de lugar, modo, tiempo y ocasión?
Entiendo que se conformen fiscalías como auxiliares de la fiscalía principal, como apoyo en el combate a delitos que imbuyen la cuestión electoral, la corrupción, el ataque a féminas y a periodistas, y quien sabe cuántas más se conformen. Pero, ¿realmente son necesarias? me pregunto ahora que veo que también los comerciantes solicitan justicia. Falta y busquen conformar una fiscalía especializada también a este respecto.
Entonces, en este tenor de crear leyes veo situaciones que se salen de foco por el desmenuzamiento de los delitos que transmutan conforme a la herramienta empleada para su realización y a quien se perjudique creando con ello víctimas de primera, de segunda y hasta de tercera.
Estamos legislando sobre las herramientas y las víctimas, no sobre el delito en sí, ¿me explico?
Se le van a dar tantos años de cárcel al delincuente que utilice un artefacto equis y conforme al daño físico o mental ocasionado (a persona moral o física) y se dejan de lado características tan estudiadas como la intencionalidad y demás características que existen alrededor de ese acto ilegal y su posterior consecución que no deja espacio al manejo efectivo de la prevención.
¿Me pregunto si realmente creyeron nuestras autoridades que lograron una reducción del índice delincuencial con penalizar el uso del machete y adecuar el combate a la compra ilegal en las casas de empeño?
Los macheteros le bajaron dos rayitas porque la policía empezó a dispararles a matar y lo de las casas de empeño no se requirió de cambio a la ley que habla de la complicidad en la compra de productos robados. Lo que hacía falta era voluntad política y en base a ello de alguna manera se está enderezando el barco.
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